El algodón es el principal cultivo en Chaco y se destaca por la calidad de su materia prima. Rubén Bast, director de Desarrollo Algodonero de la provincia, detalló el proceso productivo paso a paso, desde la siembra hasta la confección de la prenda.
Pensar en telas implica situarse en el norte argentino. Si se viaja en auto por las rutas argentinas y comienzan a aparecer restos blanquecinos a los costados del camino, es señal de que se está ingresando a la provincia de Chaco.
Se trata de restos de algodón que se desprenden de los camiones cargados con toneladas del cultivo, dejando a la luz que el movimiento de transporte algodonero y, por tanto, la producción de esta economía regional en la provincia es de gran escala.
La historia algodonera chaqueña se remonta a la década de 1890. Más tarde, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, a comienzos del siglo XX, la fibra vegetal cobró relevancia favorecida por los altos precios internacionales.
En un primer momento, la producción estuvo orientada principalmente a la exportación, en línea con el modelo agroexportador que predominaba en la economía argentina de entonces. Sin embargo, tras la crisis mundial de 1929 y la caída de los precios, el sector logró reconvertirse, enfocándose en abastecer a la naciente industria nacional.
EL ALGODÓN, UNA CADENA CLAVE EN CHACO
Rubén Bast, director de Desarrollo Algodonero de Chaco, estuvo presente en Agronea 2025 y, en diálogo con Infocampo, analizó el impacto del cultivo tanto a nivel provincial como nacional.
Además, abordó los rindes obtenidos, la política de cero desperdicios implementada y detalló el proceso productivo completo, desde la siembra hasta la obtención de telas, biodiesel y alimento para ganado.
Para Chaco, el algodón no solo tiene un peso histórico, sino que representa el principal cultivo en términos económicos. Tal es su relevancia, que la provincia concentra el 50% de la producción nacional de esta fibra.
Según datos oficiales, este cultivo ocupa unas 250.000 hectáreas y suma alrededor de 1.000 productores algodoneros distribuidos en todo el territorio.
La mayor concentración se encuentra en el sudoeste provincial, especialmente en las zonas de Santa Sylvina y Villa Ángela, así como también en Tres Isletas.
Sobre este punto, Bast realizó una comparación clave con el cultivo de soja. Destacó que, si bien el algodón no es el principal cultivo en términos de superficie sembrada, con unas 250.000 hectáreas frente a las aproximadamente 700.000 destinadas a la soja, su importancia para la provincia del Chaco radica en la cantidad de mano de obra que genera y en el nivel de industrialización que impulsa dentro del territorio.
Mientras que la producción de soja se envía a Rosario para su procesamiento, el algodón se transforma de manera local fortaleciendo el desarrollo productivo regional y generando valor agregado en origen.
EL CICLO DEL ALGODÓN: DEL “DESMOTE” AL HILADO
Por otro lado, Bast relató el “paso a paso” del algodón para llegar desde el campo hasta las casas de indumentaria.
Antes de la cosecha, se le aplica un producto químico, un defoliante, que provoca la caída de las hojas de la planta, dejando expuestas las cápsulas abiertas que contienen la fibra, conocidas como “bochas”. Estas bochas son recolectadas con una máquina cosechadora, obteniéndose así el algodón en bruto.
Este algodón en bruto es trasladado a una planta desmotadora, donde se separan dos componentes fundamentales: la semilla y la fibra. Al ingresar el algodón en bruto, las semillas caen, por un lado, mientras que por el otro se obtiene la fibra limpia. A partir de este punto, la semilla y la fibra siguen dos caminos productivos diferentes.
La fibra de algodón se compacta en fardos que pesan entre 230 y 240 kilogramos. De cada fardo se extrae una muestra que el productor conserva para presentarla a los compradores. Estos, a su vez, comparan la muestra con los patrones de clasificación, teniendo en cuenta principalmente el color y la presencia de impurezas.
Por ejemplo, si el proceso de defoliación no se realiza de manera adecuada, quedan restos de hoja en la planta, conocidos en la jerga como “pimienta”, que luego contaminan la fibra y reducen su pureza.
De todas formas, la industria no desperdicia ni descarta la fibra de menor pureza, sino que mezcla las distintas calidades para obtener el hilo. La diferencia entre los tipos de algodón radica en el valor al que puede venderlo el productor en el mercado: cuando su algodón presenta mayor cantidad de impurezas, recibe un menor pago.
La fibra de algodón, en su estado bruto, se envía a la hilandería, donde comienza el proceso de hilado hasta obtener las bobinas de hilo. Posteriormente, el hilo se destina a la tejeduría para la confección de las telas, que luego se utilizan para fabricar prendas de vestir.
Un ejemplo destacado es Santana Textil, una empresa ubicada en Puerto Tirol que concentra alrededor del 40% del mercado nacional de telas denim (popularmente conocidas como “vaquero”). Gran parte de los jeans que se comercializan en el país provienen de esta región. Bast puntualizó que, si bien la empresa cuenta con capitales brasileños, utiliza materia prima proveniente principalmente de la provincia de Chaco.
Fuente: Lilian Márquez para Info Campo
https://www.infocampo.com.ar/chaco-la-capital-del-algodon-como-es-el-recorrido-desde-el-cultivo-hasta-la-confeccion-de-la-tela/