La Fundación ProTejer advirtió que miles de empleos están en riesgo y pidió medidas urgentes.
Un nuevo récord en la importación de ropa dejó al borde del colapso a decenas de fábricas textiles en la Argentina. En julio, las compras externas de indumentaria crecieron un 36% interanual en volumen y un 22% en valor, según datos del sector. El fenómeno se produce en simultáneo con una caída pronunciada de la producción nacional, lo que ha encendido todas las alarmas en la industria.
El golpe más duro lo reciben las pequeñas y medianas empresas del interior, que no pueden competir con los precios de la ropa proveniente, en su mayoría, de Asia. “Muchos talleres están parados o trabajan al mínimo. No pueden sostener ni los sueldos”, lamentaron desde la Fundación ProTejer, que nuclea a empresarios y trabajadores del rubro.
El escenario económico no ofrece alivio. A la apertura indiscriminada de las importaciones se suman la baja del consumo interno, la falta de financiamiento y el encarecimiento de los costos fijos. La combinación de estos factores dejó a buena parte del entramado textil nacional en estado crítico.
Desde ProTejer, además, advirtieron que el ingreso masivo de ropa se realiza “sin controles fiscales ni técnicos”, lo cual desorganiza por completo el mercado. En ese contexto, no solo se ve afectada la producción, sino también la comercialización formal. “Hay una invasión de productos que no cumplen con ninguna normativa. No podemos competir con eso”, señalaron voceros de la entidad.
La crisis ya impacta sobre miles de empleos directos e indirectos, sobre todo en polos fabriles como La Rioja, Catamarca, Tucumán, el conurbano bonaerense y algunas zonas del Litoral. En muchas provincias, la industria textil es una de las principales generadoras de mano de obra local.
Frente al agravamiento de la situación, industriales pidieron al Gobierno nacional la revisión urgente del esquema de importaciones, la aplicación de controles sanitarios y fiscales, y una política activa de protección a la producción nacional de indumentaria. “No pedimos cerrar el comercio, pero sí reglas claras para poder sobrevivir”, advirtieron.
A pesar de los reiterados reclamos, hasta ahora no hubo respuestas oficiales. Mientras tanto, las fábricas cierran turnos, recortan personal y en muchos casos directamente bajan la persiana. “Si esto no se frena, vamos camino a la destrucción del aparato productivo textil argentino”, alertaron desde el sector.
El mapa de la industria revela una fuerte dependencia del mercado interno y una escasa inserción en las exportaciones. Por eso, cualquier variación en el consumo local o en las políticas de comercio exterior impacta de manera directa en el empleo y en la viabilidad del negocio.
En paralelo, la mayoría de los productos importados llegan a precios de dumping, con una informalidad que distorsiona los márgenes. Según informes del sector, en muchos casos, las prendas se venden por debajo del costo de producción local, sin tributar IVA ni cumplir normas laborales.
La incertidumbre es total. Empresarios y trabajadores temen que, si no hay un cambio de rumbo, en los próximos meses el cierre de empresas se acelere y la desocupación aumente en forma dramática. El sector pide respuestas antes de que sea demasiado tarde.
Fuente: diarioelargentino.com