Durante la decimoséptima edición de la Convención anual de la Fundación Pro Tejer, que reúne a toda la Cadena de Valor Agro-Textil e Indumentaria de Argentina, y que este año su lema es “Son tiempos de más y mejor agro industria textil e indumentaria”.
El panorama sectorial lo dieron Priscila Makari, directora ejecutiva de la Fundación Pro Tejer, y Lucia Knorre, economista jefe de la Fundación, al sostener que “la apertura comercial que se dio entre 2016 y 2019 provocó que el salario real cayera 20% y también la demanda de productos textiles. Bajo la creencia de que la apertura en sí misma iba a solucionar los problemas del sector, la importación de bienes terminados pasó a representar el 60% de la participación en el país. La utilización de la capacidad instalada cayó 18 puntos entre 2015 y 2019. Hubo una enorme pérdida de puestos de trabajo y aumento de la informalidad laboral, en especial en el sector de la producción”.
Las especialistas explicaron que “la pandemia nos deja una enseñanza. Por ejemplo, el sector redireccionó la producción hacia el sector sanitario y esto también implicó mejoras tecnológicas en 2020. En 2021 vemos que la economía se recupera a niveles prepandemia, aunque aún el consumo privado se ubica por debajo de los niveles del primer trimestre de 2019 por la pérdida de capacidad de compra del salario.”
Con respecto a las particularidades y actualidad del sector agro-textil y de indumentaria, aseguraron que “el sector textil ya recuperó los niveles de inversión de prepandemia, y la capacidad instalada se ubica 3 puntos por encima de enero-agosto 2019. La producción textil se recuperó a niveles prepandemia, aunque el sector calzado todavía no pero porque fue uno de los sectores más golpeados”.
Las especialistas de la Fundación Pro Tejer realizaron proyecciones para el sector en cuanto a crecimiento y panorama laboral. “Creemos que se abren nuevas oportunidades para el sector, tenemos una inversión proyectada de 200 millones de dólares para este año. Argentina cuenta con 5600 empresas de nuestra cadena de valor, que emplea a más de 300 mil trabajadores de manera directa; es una industria muy federal. Somos un sector con fuerte peso de empleo de mujeres, que en indumentaria representan más del 50 por ciento de la fuerza laboral y el 20 por ciento en el sector textil, tomando los trabajadores registrados. Estas potencialidades que tiene el sector son estratégicas para competir en el mundo y plantea grandes desafíos para los modelos de negocios y las políticas públicas para subirse a esta cuarta revolución industrial, vinculada a la era digital, como el big data, internet de las cosas, el ecommerce, la automatización del trabajo para la confección, textiles inteligentes por la nanotecnología para que sea proveedor de insumos”.
“Por el lado de los consumidores se ven fuertes cambios en equidad, salud, como mayor uso de colorantes de base orgánica. Cada vez más firmas piden producción sustentable y condiciones laborales dignas y una creciente utilización de fibras naturales porque son biodegradales. Estas tecnologías están cambiando el paradigma productivo. Hoy la producción está volviendo a cercanía del consumo”, concluyeron.